Conclusiones

“Este es el sentido del sufrimiento, verdaderamente sobrenatural y a la vez humano. Es sobrenatural, porque se arraiga en el misterio divino de la redención del mundo, y es también profundamente humano, porque en él el hombre se encuentra a sí mismo, su propia humanidad, su propia dignidad y su propia misión.” (Salvifici Doloris, n° 31)

 

¿Dios quiere que suframos? No. Pero, ¿Dios permite que suframos? Sí.

Como se ha comentado a lo largo de los posts anteriores, es precisamente en el sufrimiento donde el hombre experimenta su propia fragilidad al ver su impotencia, y donde puede reconocer su limitación, pero a la vez es de donde surge también la preocupación y la entrega por los otros, esos que sufren, y es donde salen a relucir todas las cualidades que nos hacen imagen y semejanza de Dios.

Creer en Dios no representa tampoco una exención de la experiencia del sufrimiento. El mismo Hijo de Dios lo vivió en carne propia, todos los profetas anteriores a él también, los apóstoles, que fueron sus discípulos más cercanos, también experimentaron el sufrimiento, así como los primeros cristianos, como San Esteban Mártir. Inclusive, ni la misma madre de Dios escapó de esta realidad:

• Parir su único hijo en un pesebre (la concepción navideña de pesebre tal vez puede sonar muy conmovedora, pero para “aterrizar” las cosas, un pesebre es lo que podríamos decir un corral, posiblemente con heces de los animales, mal oliente, tal vez con moscas u otro tipo de insectos) y con José como única asistencia humana
• Que a los 40 días de nacido el niño, le dijeran que una espada atravesaría su corazón
• Huir a otro país porque el rey andaba persiguiendo al niño para matarlo
• Volver luego del otro país
• Ver a su hijo azotado y subir con él al Calvario para verlo crucificado, alcanzando un nivel ya difícilmente imaginable en su profundidad desde todo punto de vista humano

Los no creyentes también experimentan el sufrimiento, propio o ajeno. Entonces, ¿Cuál es la diferencia? Que a través de Dios se le da sentido al sufrimiento, pues Él mismo lo experimentó, y por eso, y porque es nuestro creador, puede entendernos perfectamente, cuando sufrimos por nosotros mismos o por el sufrimiento de otros.

 

Finalmente, en estos tiempos de pandemia, y justo cuando escribo este post, veo un estado de WhatsApp de un compañero del grupo de Iglesia, con una reflexión sobre Salvifici Doloris, con la cual deseo cerrar: